Cuando en el año 1535 Francisco Pizarro decidió fundar la ciudad de Lima.Se comenzó por la adjudicación de terrenos a las principales personalidades de la época, en los mismos que se construyeron grandes casonas llamadas solares. Estos solares comprendían una extensión de 500 metros cuadrados cada uno. Vale decir que: en una manzana se ubicaban dos solares, siendo así, el primero de ellos el perteneciente al primer virrey del Perú, ubicado originalmente en lo que fuera el portal de patateros o pasaje Olaya, para luego elegir de forma definitiva el que hoy conocemos y en donde se erige, el palacio de gobierno entre los jirones: Junín, Carabaya, Unión y Ayacucho, con frente a la plaza de armas. Cabe señalar que: la calle que pasa delante del palacio de gobierno y que en la cuadra siguiente con dirección, hacia la avenida Tacna, que actualmente lleva el nombre de Conde de Superunda, en aquellos tiempos se le conocía como; El paseo de los Conquistadores.
Conforme fue aumentando la población, también se comenzaron a formar calles de una extensión mas prolongada, dando origen a las denominaciones por nombre en cada cuadra como por ejemplo: La toma, Aumente, Afligidos, etc. Anteriormente se podía determinar la ubicación de alguien solo con decir: el solar de tal o cual, pero con una cantidad mayor de viviendas las mismas que fueron edificándose en un numero de cuatro por manzana, se hacia necesario aplicar otro sistema de ubicación, que en este caso fue por nombre. Esto es gracias al Virrey numero once en la lista de gobernantes españoles del Perú, Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaro, quien en 1613 ordenó que se hiciera un empadronamiento, de las viviendas y personas que habitaban en ellas, así, como sus oficios o alguna otra peculiaridad que pueda dar origen a un titulo con el cual se pudiera identificar a la calle.
Los nombres obedecían a un personaje importante de la cuadra a un negocio, acontecimiento, que pudiera dar origen a un nombre de referencia. Esta costumbre o técnica urbana, viene desde la época de la invasión de los moros en España los mismos que construyeron ciudades de callejuelas estrechas e intrincadas para uso solo peatonal, las cuales que estaban ubicadas en una especie de fortalezas y en lugares elevados por lo general. Diríamos que eran algo así como: callejones empedrados y con una gran longitud. Pero es preciso señalar que en todo esto, hay que rendirle tributo a la creatividad popular de aquellos antiguos habitantes, creatividad que dicho sea de paso, nos ha acompañado hasta hoy.
Estas usanzas y técnicas urbanísticas así como también la arquitectura de estilo morisco, que puede apreciarse en las viejas casonas que aun existen en Lima, son la prueba fehaciente de la influencia árabe en nuestra cultura. Una influencia que ha marcado toda una época de nuestra historia colonial que inclusive la podemos apreciar claramente en nuestra gastronomía.
Las calles de principios de la colonia, no contaban con ningún tipo de revestimiento, quedando a merced de la propia naturaleza, quien a veces las convertía en verdaderos lodazales o en irrespirables polvaredas, (LA POLUCION DE LA EPOCA).
A fines de los años 1600, se comenzó con el empedrado de las calzadas, cosa que se convirtió en el martirio de los cocheros de la época, que tenían que reparar constantemente sus coches y sobre todo: las ruedas que constantemente se averiaban, por lo desnivelado del empedrado.
En el año 1862, el Sr. Mariano Bolognesi Cervantes, hermano de nuestro héroe de la guerra Anglo Chilena, presento una moción al cabildo de la ciudad que era presidido por el alcalde de aquella época, Sr. Miguel Pardo. En esta moción se proponía el trazado de calles que llevaran un nombre desde su inicio y hasta su terminación, dejando de lado lo que hasta esa fecha se había utilizado y que consistía en el nombre por cuadra.
La moción fue aprobada y se inicio una nueva etapa en la nomenclatura urbana de la Ciudad de los Reyes.
Los nuevos nombres de las calles, serian asignados de la siguiente manera: todos los jirones que corrieran de oeste a este, paralelos al río Rímac, llevarían el nombre de un departamento y aquellos que lo hicieran de de norte a sur tendrían el nombre de una provincia.
Todo jirón con nombre de provincia; terminaría su extensión, al llegar al jirón con el nombre del departamento al cual pertenecía. Como el número de departamentos del Perú no era suficiente para la cantidad de jirones en demanda, se opto porque llevaran el de los principales ríos.
El Jirón de La Unión
Esta era la arteria principal de la Lima de entonces, por lo que su nombre servia de principio y final para un jirón. En este punto, una arteria finalizaba con un nombre y comenzaba otra con otro, es por eso que simbólicamente se le llamo: Jirón de la Unión, porque simbolizaba la unión entre departamentos. El Jirón de la Unión fue, el punto de encuentro de grandes personalidades de nuestra historia, literatura y todas las artes, también en sus calles albergo a números establecimientos emblemáticos y de prestigio como: El Palace Concert, La famosa Botica Inglesa, y como no podía faltar la contraparte: también la Francesa, en las que se podía disgustar unos helados en copa, de esos que no dejan lugar para la duda. También en sus aceras se encuentra hasta hoy el emblemático Club de la Unión, el cine Exelcior, el Gran Hotel Bolívar y demás perlas que lo hicieron el centro de atracción de la otrora ciudad de Lima, donde naciera aquella famosa frase: VAMOS A JIRONEAR.
En cuanto a lo de la numeración, que comenzó a implantarse en las casas o predios. Cabe señalar que: esta modalidad se hizo famosa en épocas de Napoleón y en especial cuando incursiono en la ciudad de Colonia en Alemania y número las viviendas para poder ejercer un mejor control de la ciudad.
En lima la numeración se estableció de la siguiente manera: siguiendo un orden ascendente, se colocaron placas de color amarillo con números azules para aquellos jirones que corrieran de norte a sur y para los que lo hacían de este a oeste, una placa azul con números amarillos. Así que, aquel que diga que; alguien se perdió en esas calles, no es mas que un gran mentiroso e indigno de crédito alguno.
Para finalizar, tenemos que decir que: toda esta red de calles, totalizaban un número de, 89 jirones que con el correr del tiempo se fueron incrementando.Esta es parte de la Lima que nos dejo, pero que aun vive en los resquicios de la imaginación, el romanticismo y en el corazón de todo buen limeño mazamorrero.
1 comentario:
Hola.
Me parece bueno el sitio, solo que hace falta agregarle fotografias, para ilustrarlo mejor.
Roberto
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