viernes, 5 de septiembre de 2008

9,552 KILOMETROS DEAVENTURA


Nuestro protagonista, un salvadoreño natural del cantón San José Gualoso en la provincia de Chirilagua, Departamento de San Miguel; nos invita a recorrer imaginariamente con el, un viaje poco usual para la mayoría de nosotros. José Inés García Orellana, llegó a Montreal con su numerosa familia en el año 1984 a la edad de doce años y como todo inmigrante comenzó ha desarrollarse y adaptarse a una nueva vida, una vida que llena de nuevas experiencias, costumbres e infaltablemente; la adaptación al frío invierno y a la nieve, cosas que mas que ser una dificultad en su nueva casa, se convirtieron en motivo de diversión y aventura. Privilegio que nos da a los seres humanos la tierna edad de la infancia, en donde no existen limitaciones para asumir lo que la vida y la naturaleza nos ofrecen con gran bondad.
Quizás el hecho de haber pasado por una experiencia traumática, en el cambio de hábitat, ya que, el pasar de un clima calido a uno totalmente contrario y con un poco mas de agresividad en sus cambios de temperatura, pueda haber desarrollado en el, un espíritu desafiante y aventurero, intentando con ello; un matrimonio con la madre naturaleza, para vivir una luna de miel en los caminos y senderos de la aventura y el desafío constantes dentro de este maravilloso planeta, que a veces solo sabemos que
gira y gira pero no nos atrevemos a girar con el.

Cuenta José Inés que: un día de esos, allá por el año 2002 mientras conversaba con unos amigos alrededor de una mesa, en el bar Ile Noir de Montreal, bebiéndose una cerveza, con mesura claro esta, ya que el no es muy dado de las grandes juergas y mucho menos de la vida licenciosa, pero si mas bien amante empedernido del trabajo y el sano esparcimiento, siempre y cuando este tenga que ver con el contacto de la naturaleza. Ya, en su país tienen fama de haber realizado ciertas excursiones y una de ellas, precisamente a la cumbre y cráter del volcán Chapasrrastique a 2300 pies sobre el nivel del mar, cuyo cráter alcanza un diámetro de un kilómetro. Es en esta reunión de amigos, luego de una larga charla en la que los temas principales eran: precisamente los viajes de aventura, mencionándose a tal o cual, personaje que realizo esta o aquella “proeza”, que José, comienza ha elucubrar la posibilidad de lanzarse en una aventura.
Al año siguiente de haber comenzado a contemplar dicha posibilidad, decidió empezar ha entrenarse y ha prepararse psicológicamente, para emprender un viaje entremezclado con un sueño y una aventura.
Luego de tener la convicción de su nueva empresa, decide comprar una bicicleta de 21 cambios de marca Evox modelo 2000, la misma que luego se convertiría en su compañera y cómplice. Es así que: una mañana del 29 de junio del año 2003 a las 8.30 emprende su viaje desde Montreal, que tenia nada mas y nada menos, que como destino; su país de origen, El Salvador.
Como compañeros de viaje, eligió a dos libros de su preferencia; la biblia cuyo autor, todos conocemos y también la obra de Hubert Reeves titulada Pussier de Etoiles , esta ultima en la que su autor habla sobre la teoría del Big Bang y sobre todo aquello que se refiera a la creación del universo, su evolución y la comprensión o no del hombre ante este misterio que nos rodea y del cual formamos parte. Pero como no podía faltar el elemento principal, que nos ha acompañado desde el inicio de nuestra creación, refiriéndonos claro esta, a la música. José tenia bajo el brazo a uno de esos aparatitos, fruto de la tecnología actual, llamado discman, con el que podía deleitarse escuchando la música de su preferencia, como por ejemplo: las canciones de Jaque Brel como; La quete, que en español significa la búsqueda y en la que describe, aquellas cosas en las que el hombre profundiza, sobre el mundo que lo rodea y en especial los hechos que el protagoniza y que cobran vida, muchas veces convirtiéndose en una filosofía y otras en sueños, esos sueños que se alcanzan o solamente quedan como tales.

José Inés García Orellana, comienza así, una aventura indescriptible, pues va a enfrentarse a una serie de emociones, muchas veces indescriptibles, Como el desierto de Arizona, o El Cañón del Colorado, que quizás muchos de nosotros conocemos por video, fotos o atravesándolo en auto. Cosa muy diferente ha cohabitar con el, durmiendo en sus calidas arenas, apreciando sus atardeceres, respirando el aire puro de su amanecer y perdiéndose en su inmensidad o tal vez contemplando la interminable altura de sus acantilados, montañas enrojecidas picos y esculturas pétreas, esculpidas con el cincel del tiempo, que a su paso va escribiendo nuestra historia, como en una bitácora mítica, cubierta de magia y encanto.
No podemos dejar de mencionar las ciudades que a su paso se abrían como puertas de los cuentos de las mil y una noches, mostrando su esplendor, encanto y hospitalidad como en un sueño para el soñador. Fueron catorce estados de los Estados Unidos de Norteamérica y ciudades de México como el estado de Chiapas y la republica de Guatemala, los que hicieran el largo camino, rumbo a casa de José Inés, con sus nueve mil quinientos cincuenta y dos kilómetros que terminaron en el cantón San José Gualoso, cuna de nuestro personaje.

José Inés, nos cuenta que el principal motivo que lo llevo a realizar esta aventura, fue: el deseo imperioso de encontrarse a solas consigo mismo y dedicarse un espacio de reflexión a si mismo. Un espacio en su vida para meditar y enfrentarse a un desafío de lograr vencer a la naturaleza en una lucha cuerpo a cuerpo, en donde solo había cabida para ambos. El con su resistencia física y la naturaleza, con sus obstáculos sorprendentes e inesperados. También como una forma de compenetrarse y conocer tantas cosas que tenemos frente a nosotros pero que muchas veces no las vemos, por temor de enfrentarnos cara a cara con la realidad o simplemente; porque queremos ignorarlas sin entender que formamos parte de ellas.
Este viaje quedara guardado en su memoria, como algo propio y muy intimo que solo podrá disfrutar y compartir en sus ratos de soledad, porque será como el elixir mágico que lo pueda transportar a través del tiempo, no importando el lugar en que se encuentre. El siempre estar recorriendo esos 9,552 kilómetro, que los hizo suyos y los vivió en el irrenunciable derecho de su soledad y la fresca brisa del oasis de nuestros sueños, anhelos y triunfos.


No hay comentarios: